Estamos tan ocupados estos días que raramente nos detenemos a reflexionar acerca de aspectos más profundos de nuestra vida. Una de estas reflexiones bien podría ser, ¿de donde provienen mis creencias acerca de quien soy?
¿De mis padres? ¿De la iglesia a la que me llevaron cuando era niño? ¿De los medios de comunicación?
¿Por qué es relevante esta pregunta?
Quizás por que tenga tanto que ver con nuestra felicidad y nuestro propósito en la vida. Si pensamos que simplemente somos el cuerpo físico que habitamos, eso nos dará una visión de nosotros mismos, diferente que si creemos que somos seres espirituales que nada nos puede dañar.
Qué somos realmente necesariamente viene acompañada de otra pregunta, ¿qué estamos haciendo aquí? ¿Estamos aquí por castigo divino? ¿Somos tan sólo el entretenimiento de Dios? ¿Estamos aquí por elección?
Muchos consideran que no vale la pena hacernos este tipo de indagaciones, pues los misterios de la vida serán siempre misterios.
Si así fuera, de cualquier manera creo que vale la pena elegir de manera consciente la respuesta a estas interrogantes, pues la respuesta que elijamos determina en gran medida nuestra actitud ante la vida.
Yo, he elegido creer que estoy aquí voluntariamente. Que soy un ser espiritual teniendo una experiencia material, con el único propósito de ser feliz. Que la felicidad y el amor ya es parte de mi naturaleza y lo único que me impide reconocer dicha herencia es el condicionamiento de mi mente. He venido aquí a limpiar y a aprender a controlar mi mente y a expresarme, para permitir que el amor que hay en mi, fluya libremente.
¿De mis padres? ¿De la iglesia a la que me llevaron cuando era niño? ¿De los medios de comunicación?
¿Por qué es relevante esta pregunta?
Quizás por que tenga tanto que ver con nuestra felicidad y nuestro propósito en la vida. Si pensamos que simplemente somos el cuerpo físico que habitamos, eso nos dará una visión de nosotros mismos, diferente que si creemos que somos seres espirituales que nada nos puede dañar.
Qué somos realmente necesariamente viene acompañada de otra pregunta, ¿qué estamos haciendo aquí? ¿Estamos aquí por castigo divino? ¿Somos tan sólo el entretenimiento de Dios? ¿Estamos aquí por elección?
Muchos consideran que no vale la pena hacernos este tipo de indagaciones, pues los misterios de la vida serán siempre misterios.
Si así fuera, de cualquier manera creo que vale la pena elegir de manera consciente la respuesta a estas interrogantes, pues la respuesta que elijamos determina en gran medida nuestra actitud ante la vida.
Yo, he elegido creer que estoy aquí voluntariamente. Que soy un ser espiritual teniendo una experiencia material, con el único propósito de ser feliz. Que la felicidad y el amor ya es parte de mi naturaleza y lo único que me impide reconocer dicha herencia es el condicionamiento de mi mente. He venido aquí a limpiar y a aprender a controlar mi mente y a expresarme, para permitir que el amor que hay en mi, fluya libremente.